
El “Fenómeno” marcó el pasado miércoles el segundo gol de la victoria de su equipo sobre el Internacional en la ida de la final de la Copa de Brasil, título que da acceso a la Copa Libertadores de 2010.
Ronaldo ganó en velocidad a su marcador, ingresó en el área, se deshizo de su rival con un cambio de ritmo y un giro brusco y, a continuación, batió por debajo al portero del Inter para interrumpir una sequía anotadora de cinco encuentros.
Un gol que recordó al Ronaldo de otros tiempos y elevó su cuenta particular a 11 en 19 partidos desde su retorno al Corinthians en diciembre pasado después de su militancia en el Barcelona, Inter, Real Madrid y Milán.
Once goles equivalen a 11 kilos menos si hay que aplicar la dieta particular de Ronaldo: “Con cada gol que marco, adelgazo un kilo”.
No es una dieta al alcance de todos y tampoco sirve para los jugadores que no están habituados a marcar goles.
Sólo es eficaz en los grandes delanteros, como lo es Ronaldo, que se inventó la dieta para responder, con ironía, a los periodistas que no dejaban de preguntarle sobre su grasa corporal, un tema recurrente siempre que su estado de forma no es el idóneo.
No se habló de otro tema que de su sobrepeso (95 kilos) en el Mundial de Alemania 2006 y Brasil, con ese lastre y otros problemas, no alcanzó la final, pese a contar con el “Fenómeno”, Ronaldinho, Kaká, Roberto Carlos, Cafú, Juninho Pernambucano, Robinho.
El “pentacampeón” mundial cayó ante Francia (1-0) en cuartos de final, último partido que disputó Ronaldo con la “verdeamarilla”. Pese a todo, dejó Alemania con un nuevo registro en su brillante palmarés: máximo goleador de toda la historia de la Copa del Mundo con 15 dianas en tres torneos, una más que el alemán Gerd “Torpedo” Muller.
Pero la pesadilla no había terminado, aunque Ronaldo quiso atajarla desde el principio.
Nada más comenzar a finales de diciembre los entrenamientos con el Corinthians, Ronaldo admitió que estaba entre cinco y seis kilos por encima de su peso normal, debido a que llevaba mucho tiempo sin jugar, exactamente desde el 13 de febrero de 2008, cuando sufrió una grave lesión en la rodilla izquierda en un partido liguero contra el Livorno.
Ronaldo reveló que tenía un 15,6 por ciento de grasa corporal, lo que se evidenciaba en la barriga que asomaba por debajo de la ropa.
El campeón mundial se dedicó de enero a marzo a bajar de peso y a recuperar la forma que le permitiera ofrecer a los hinchas del Corinthians lo mejor que ha sabido hacer en el fútbol: enfilar la portería y marcar.
En ese periodo de tiempo, tuvo que soportar las preguntas sobre su peso y hasta llegó a juzgar “un poco excesivo” el “asedio” a que era sometido por la prensa.
Diversos medios publicaron fotografías de Ronaldo en varias discotecas, bebiendo y divirtiéndose. El 5 de febrero, Ronaldo convocó una rueda de prensa para pedir paciencia en el tema de su regreso a las canchas y afirmar que “fuera del campo” su vida es suya.
También indicó que había reducido hasta el 11,6 su grasa corporal, nivel que está “dentro de la media” de los futbolistas profesionales.
Quedaba por saber cómo se reflejaría su estado de forma en el césped y en su relación con el gol. Ronaldo debutó con 27 minutos de juego el 4 de marzo, pudo tocar varias veces el balón y demostró que su técnica seguía intacta.
En su segundo partido, el clásico paulista Corinthians-Palmeiras, Ronaldo empezó su “dieta” al anotar, de cabeza, el gol del empate a uno.
A partir de ahí, once goles de distinta facturas, entre ellos uno que Pelé calificó de “digno de un Mundial” cuando batió al portero del Santos, Fabio Costa, con una preciosa vaselina el 26 de abril.
Once goles que, siguiendo la broma del “Fenómeno”, equivalen a otros tantos kilos menos y alimentan un sueño difícil de cumplir: el retorno a la selección, con la que fue campeón del mundo en Corea del Sur-Japón, torneo en el que se proclamó máximo goleador, con ocho dianas.
EFE