Trece cabalísticos años tuvieron que pasar para ver en vivo y en directo a una de las mayores heroínas del pop de todos los tiempos. La otrora audaz y desenfadada jovencita que alborotó las hormonas de medio mundo a finales de los noventa ofreció un show cuyo caudal más valioso radicó en la dinámica teatral y la labor de su ballet. Los más felices, sin duda, fueron sus fans incondicionales de ayer y hoy que gritaron, bailaron y aplaudieron con devoción cada una de las interpretaciones de la llamada Princesa del pop.